- Tú ¿de qué tienes ganas? -Me preguntaste aquella tarde de un
día cualquiera, caluroso como todos los días de agosto. Uno de esos días en el
que al despertar, como siempre, te habías paseado por mi cabeza y me hacías ver
el tatuaje de tu rostro que no encontró un mejor lugar para instalarse que la
parte interior de mis parpados; desde entonces no logro escapar de ti, aunque
tampoco quiero hacerlo, más bien, quiero escapar hacia ti.-
Tomé aire y por fin te dije todo lo que pensaba, sentía, creía y
de a poco crecía dentro de mí.
- - ¿Ganas de qué?... Ganas de ti, de salir corriendo a buscarte y
burlarme de los recuerdos que salen a bailar en mi cabeza todas las madrugadas,
de dibujarte una sonrisa con mis labios en tu cuello y acariciar tus omóplatos
con mis pequeñas manos que se cuelan traviesas entre tus brazos y costillas,
luego de hacerte alguna cosquilla que desestabilice tu equilibrio. Ganas de
susurrarte alguna perversidad al oído en frente de tus amigos y verte disimular
las ganas que, iso facto, te calientan el cuerpo y te provocan una picara
sonrisa que haces acompañar de alguna frase, la cual empiezas mirándome a los
ojos y terminas con el roce de tus
labios en mi lóbulo derecho.
Te quedas mirándome, absorto. Yo te miro sin terminar de entender(te).
Creo que me quede sin aire. “Ahora creerá que soy una zorra. Ya sabias que eso de la liberación
femenina es un cuento de camino que pocos se creen” me reproché. Bajé la mirada
y la volví a subir, respiré profundo, estuve a punto de pedirte disculpas
cuando me dices:
- -Entonces ¿no quieres nada?
Mi dignidad le dio un nock out a mi valentía. Con una sonrisa
mal disimulada te digo
-
Dos bolas de chocolate y syrup de fresa, por favor.
I. Paredes :)
14/03/ 2017--- 11.01.18
Colección: El Amor no es para pendejos