La Rejoya, Juan de Nina, Puerto Plata, Rep. Dom. |
Ella era hermosa,
pero no me malinterpretes, no me refiero a su radiante y contagiosa sonrisa que salia desde la más interna e inescrutable parte de su ser y que hacia que sus brillantes ojos miel sonrieran también.
No, no estoy hablando de su abundante pelo negro, bandera de sus raíces africanas que hacían juego con su suave piel azabache, que cubrían un trasero terso, voluptuoso y lo suficientemente fuerte para soportar las palmas de mis manos.
No te equivoques, tampoco estoy pensando en sus labios de forma, textura y sabor perfectos, que sabían, magistralmente, besar mi boca y juntar en un mismo mar mil huracanes.
Claro que no, no me apoyo en ninguna de esas cosas para hablar de su belleza. Ella es hermosa, pero no por todas las cualidades físicas que la adornan, lo es, por esa seguridad con la que anda por la vida, por como enfrenta sus miedos, creyendo que a veces vale la pena pretender ser valiente, por como se rompe a veces y busca recomponerse en mis brazos, por como aun estando rota logra pegar los pedazos de mí que se han vuelto añicos.
Es hermosa, por como ríe; sin vergüenza y sin miedo al que dirán, porque su buen humor electriza, encanta y contagia, por ese corazón que está lleno de amor y se sensibiliza con todo a su alrededor, le duelen las injusticias y en ocasiones peca de ingenuo.
Si la vieras! pero no de forma superficial; mejor dicho, si la observaras, prestando atención a todos los detalles que la componen, reconociendo sus microgestos, escuchando como cambia su voz cuando se enoja, soportando su intensidad cuando esta llena de energía, viéndola ser niña y mujer al mismo tiempo, dueña de una dulzura que hace contraste con la fiera en la que se convierte cuando se enoja.
Ella posee una dualidad increíble, pero fascinante... y yo una estupidez titánica, que estuve años viendo sin mirar y justo cuando no está, entiendo todo lo que ya no tendré.
I. Paredes :)
10.10.2017