jueves, 19 de octubre de 2017

"Pero que hermosa era!"

La Rejoya, Juan de Nina, Puerto Plata, Rep. Dom. 

Ella era hermosa, 
pero no me malinterpretes, no me refiero a su radiante y contagiosa sonrisa que salia desde la más interna e inescrutable parte de su ser y que hacia que sus brillantes ojos miel sonrieran también. 

No, no estoy hablando de su abundante pelo negro, bandera de sus raíces africanas que hacían juego con su suave piel azabache, que cubrían un trasero terso, voluptuoso y lo suficientemente fuerte para soportar las palmas de mis manos. 

No te equivoques, tampoco estoy pensando en sus labios de forma, textura y sabor perfectos, que sabían, magistralmente, besar mi boca y juntar en un mismo mar mil huracanes. 

Claro que no, no me apoyo en ninguna de esas cosas para hablar de su belleza. Ella es hermosa, pero no por todas las cualidades físicas que la adornan, lo es, por esa seguridad con la que anda por la vida, por como enfrenta sus miedos, creyendo que a veces vale la pena pretender ser valiente, por como se rompe a veces y busca recomponerse en mis brazos, por como aun estando rota logra pegar los pedazos de mí que se han vuelto añicos. 

Es hermosa, por como ríe; sin vergüenza y sin miedo al que dirán, porque su buen humor electriza, encanta y contagia, por ese corazón que está lleno de amor y se sensibiliza con todo a su alrededor, le duelen las injusticias y en ocasiones peca de ingenuo. 

Si la vieras! pero no de forma superficial; mejor dicho, si la observaras, prestando atención a todos los detalles que la componen, reconociendo sus microgestos, escuchando como cambia su voz cuando se enoja, soportando su intensidad cuando esta llena de energía, viéndola ser niña y mujer al mismo tiempo, dueña de una dulzura que hace contraste con la fiera en la que se convierte cuando se enoja. 

Ella posee una dualidad increíble, pero fascinante... y yo una estupidez titánica, que estuve años viendo sin mirar y justo cuando no está, entiendo todo lo que ya no tendré. 

I. Paredes :)
10.10.2017

sábado, 7 de octubre de 2017

A Mis 70

Baní, República Dominicana

Ya no soy la joven enérgica que saltaba de un lado a otro con una sonrisa en el rostro. No tengo el vigor, el ímpetu a veces insolente e insensato de la juventud.

Ya no cargo esos problemas insípidos que surgían de cualquier discusión vacía en mi niñez, no me preocupa saber el porqué de las cosas, de hecho, desearía no haber descubierto alguna de las verdades que por esa avidez de conocimiento descubrí y que alimentaron mi escepticismo.

A mis 70 entendí que la vida nunca fue color de rosa y mucho menos a blanco y negro, comprendí que está llena de colores y que nosotros, cual artista plástico, vamos eligiendo inconscientemente que color usar.

Ahora es cuando sé que en ocasiones luché por causas inútiles y que nunca me importaron verdaderamente, pero a las que me mantuve unida por ese deseo innato de formar parte de algo.

También me he dado cuenta que tristemente me callé en momentos cuyo deber era gritar más y más fuerte… por eso ahora digo tantas verdades a viva voz, a pesar que la misma ya esté un poco apagada. No me apena mandar al diablo, si es que existe ser tan pendejo, que quiere convivir con tantos desgraciados.

A mis 70 ya no lucho por amor (creo que nunca lo hice), no espero a que me quieran para querer (podría morirme antes de que eso pase) quiero y punto, sin esperar nada, y si alguien en su agradable inconsciencia se atreve a quererme, no hago más que abrir los brazos y recibirlo con todo el amor que me cabe en el añejado corazón que antes latía como caballo de carreras y ahora camina con bastón.  

I. Paredes :)
10.07.2017